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Tras el baño de sensaciones que supone Varanasi y dos extraños dias en Delhi, aqui estamos en Leh. Leh es una ciudad situada en un valle entre las montañas del Himalaya. Solo llevamos dos dias, buena parte de ellos lidiando con el mal de altura, que nos hace ir lento subiendo cuestas y nos da mucho sueño. Mi primer encuentro con la ciudad es contradictorio. Por una parte es un alivio sentir frio, dormir con mantitas, respirar aire puro, mirar las montañas que nos rodean, estar en un entorno limpio…Me hacia falta todo eso, sin duda. Pero no puedo evitar moverme a traves de las sensaciones que experimento, y es curioso, porque a pesar de estar rodeado de montañas impresionantes, no he sentido todavia ese pellizco que senti durmiendo en el desierto o contemplando el fuerte iluminado de Jaisalmer o evidentemente, ante el Ganges en Benares. Tan solo hubo un momento esta mañana…Subimos al palacio de Leh. Es un palacio en lo mas alto de la ciudad, con bonitas vistas. Esta en estado de abandono, lo que le da un encanto especial. De pronto, me adentre solo en un cuarto, y en otro, con ayuda de una linterna iba iluminando la tierra del suelo, troncos abandonados, agujeros en el suelo que conectaba con una planta inferior…recorde cuando de pequeño me encantaba entrar en la casilla medio derrumbada que habia cerca del cortijo donde trabajaba mi padre…A veces lo bonito es lo que no conecta con una parte de nosotros mismos que nunca iluminamos.
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Teníamos que conocer el norte también 